A medida que se acerca el fin de un 2016 muy acontecido, también se aproxima el final del mandato de Barack Obama, como consecuencia, culminará la impecable forma de mezclar la moda y la diplomacia de Michelle Obama. Su última hazaña al vestir fue el pasado domingo en el evento “Kennedy Center Honors”, donde la primera dama lució un vestido Gucci verde esmeralda, mostrando sus hombros con estampados rosa claros.
Se preguntaran, ¿por qué considero esta selección diplomáticamente relevante? bien, ese mismo domingo en Italia, se celebró un referéndum en el cual una pregunta mal elaborada aludía a la posibilidad de un cambio constitucional con una propuesta de gobierno más central y a la vez más progresista, esta a favor del ex primer ministro Renzi.
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Aunque el intento de Michelle fue fallido, la intención fue noble. Renzi al final se convirtió en un amigo de la administración de Obama y fue quien, como Primer Ministro Italiano, por primera vez reconoció abiertamente y apoyó políticamente la importancia del rubro de la moda en la economía del país. De hecho, Renzi, fue el primer ministro en la historia de Italia que le dio apertura a su semana de la moda y el mismo recibió un apoyo infinito de diferentes diseñadores durante las pasadas elecciones.
Michelle, que siempre ha usado diseñadores americanos, sobre todo para eventos como este, tomó una decisión que estudiando su trayectoria en el diseño de sus atuendos, fue premeditada en apoyar a su amigo. En el pasado, la primera dama como lo hemos mencionado anteriormente, se ha destacado por escoger atuendos acordes al contexto de su presencia oficial, bien sea apoyando al talento nacional o generando lazos que conecten su vestimenta con el evento diplomático en cuestión. Por ejemplo, vestir Donatella Versace para el State Dinner, Jason Wu (Canadiense – Taiwanés) para la visita del primer ministro de Canadá, Vera Wang (China – América) para la visita del presidente Chino a Estados Unidos o vestir Narciso Rodríguez (Cubano – Americano) para recibir a la nueva primera dama Melania Trump, luego de reconocer el triunfo del candidato Republicano y dar un mensaje de unión en la adversidad a la diversidad.
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Sin duda, vamos a extrañar inmensamente a Michelle Obama y su perspicacia al elegir su vestimenta para presentarse ante cada situación muy puntual. Quienes crean que esto es banal, pues deben leer a Macchiavello, quien comienza su obra maestra «El Príncipe» acotando: “Todo, todo absolutamente todo parte de la presentación, la primera impresión”.
Hablemos de Ivanka
Por los momentos, la administración Trump reafirmó que su esposa se queda en New York con su hijo menor y será la hija del nuevo presidente, Ivanka, quien le acompañará en la mudanza a tiempo completo en DC. Ya se comenta que Ivanka, será la hija con la mayor influencia desde Alice Roosevelt Longworth. La misma, es considerada un ícono clásico en la moda de la sociedad de Manhattan y, de paso, posee marcas de ropa (fabricadas en China), así como de joyerías.
Muchos la describen como alguien agradable, educada y sumamente inteligente. No pongo en duda que todo esto sea cierto, pero en la prensa y en especial en el mundo de la moda, Ivanka ha sido recibida negativamente. El último escándalo fue cuando presentó su postura ante las inquietudes climáticas, cosa que su padre ha desestimado e incluso, se ha burlado. En fin, como ya lo mencioné, no cuestiono el estilo y carácter de Ivanka, el tema es que en general nadie quiere a una «Cruella De Vil». Recordemos que Cruella es una de las villanas mejores vestidas de Disney, pero hasta en la moda siempre queremos que el icono, a quien queremos seguir, estudiar y admirar sea positivo.
Habrá que ver que depara el futuro de la diplomacia americana y el mundo… y, por supuesto, todo en el contexto de la moda.
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